viernes, 28 de mayo de 2021

Duda

 


Oklahoma 148 es la dirección de la casa donde pase mi infancia y adolescencia, los textos de esta colaboración tienen que ver con esos años y las reflexiones que hago 40 años después.

Armando Enríquez Vázquez

En los años setenta cualquier puesto de periódicos era nuestra muy reducida y parcial pantalla del mundo, a diferencia de la televisión o la radio un puesto de periódicos estaba lleno de información. Más allá de los diarios de circulación nacional con sus portadas aun en blanco y negro con la información que les permitía el gobierno del PRI, o la edición en sepia característica del diario; Esto! Estaba la siempre atractiva nota más allá de lo roja en el tabloide legendario: Alarma! Revistas y pasquines con diferentes temáticas. Los fascículos semanales que tras comprar el nuevo número cada ocho días a lo largo de 453 semanas te permitía tener una enciclopedia temática, Comics y otras revistas infantiles entre los que recuerdo a Lorenzo y Pepita, El pato Donald, Joyas de la Mitología y las muy futboleras Borjita y Pirulete que firmaba Carlos Reinoso. Pero la más llamativa y de la que fuimos asiduos lectores mi hermano Gonzalo y yo fue Duda.

Duda era una revista cuyo contenido se dividía en dos; información de lo sobrenatural a manera de notas en formato de diario o semanario y una parte central a manera de dossier, con un comic que contaba una historia acerca de fenómenos paranormales, casos OVNI y de extraterrestres, así como a lo que hoy conocemos como teorías de conspiración.

Fue en las páginas de la revista que bajo la enorme palabra Duda en la portada aclaraba: Lo increíble es la verdad, donde a mis conocimientos geográficos sobre La Tierra añadí el de que el planeta era hueco; se podía acceder al interior por los polos, en especial por el Polo Norte y además había una civilización que habitaba el interior del planeta muy probablemente de origen extraterrestre. Los creyentes de esta teoría aún existen, pero se contraponen con aquellos que desde el inicio de la humanidad aseguran que la tierra es plana y tienen incluso una sociedad al respecto o aquellos que se extinguieron antes de poder probar que la tierra era el caparazón de una enorme tortuga.

También leí por primera vez acerca de cómo los platillos voladores habían decidido mostrarse de manera muy descarada después de la II Guerra Mundial y de cómo raptaban a la hija del granjero y otros seres humanos para experimentar en ellos cosas innombrables que después se llamarían perversiones y hoy, utilizar juguetes sexuales. Del maya que volaba naves espaciales, de los extraños gigantes de la Isla de Pascua que miran hacía el infinito y más allá. Las bases espaciales submarinas y los atlantes de Tula con sus armas a la cintura como cowboys de historieta de Druillet.





Para mí las historias de fantasmas, posesos y cosas por el estilo nunca me han atraído demasiado a diferencia de aquellas que nos prometen encontrarnos con seres de otros mundos o con la capacidad de viajar en el tiempo.

Roswell no era todavía un tema tan relevante como lo es hoy y se hablaba más de casos en las carreteras argentinas o rurales del centro de Estados Unidos. En un pequeño libro que la misma Editorial Posada, responsable de Duda, editó como parte de unos Especiales de Duda conocí por primera vez la historia del Mothman, claro que no era ni la mitad de lo que es hoy el mito de esta criatura y el dibujo que ilustraba el texto era de un ser que podría habitar en El jardín de las delicias de El Bosco. Los extraterrestres no eran ese lugar común del pequeño humanoide con ojos almendrados totalmente negros.

Erich von Däniken aparecía en las páginas de Duda, así como du compatriota el fantoche Billy Meier. Los seres de otro mundo viajaban entonces más por La Tierra que los seres humanos en sus aviones.

El Hombre viajaba a la Luna en las diferentes misiones Apolo, en la televisión veíamos muchas caricaturas y programas con temática espacial y todo aquello que sonara a estrellas y seres inteligentes o agresivos de otros mundos resultaba muy atractivo para todos los niños y jóvenes.

Vivíamos pensando que para el entonces lejano año dos mil todos viviríamos, o al menos tendríamos la posibilidad de constantemente viajar más allá de la atmosfera terrestre. A mundos que el ser humano conquistaría y disfrutaría a sus anchas.

Eran también los años en que Pedro Ferriz Santacruz conducía su programa Un mundo nos vigila que era difícil de ver porque pasaba a horas en las que debíamos estar preparándonos para dormir por un lado y por otro porque mi padre siempre dijo que esas eran tonterías y cosas para zafios, Ferriz era burla en su propia casa de trabajo, pues Los Polivoces en su programa de televisión lo satirizaban. Aun así, Ferriz Santacruz fue el antecesor del poco serio Jaime Maussan y su programa lleno de mezquinos infomerciales. Un mundo nos vigila se produjo en diferentes etapas y empresas y las ultimas emisiones son de la primera década de este siglo. Muchos lustros pasaron desde aquellos días de mi infancia y tuve el honor de conocer y producir una entrevista con Ferriz Santacruz, también pionero de la radio y televisión en nuestro país. Descubrí entonces a un hombre culto, con grandes conocimientos científicos y un sentido del humor que era el de su generación limpio y simplón. Ferriz Santacruz era un creyente, que no un fanático, de esas civilizaciones alienígenas que supuestamente de visitan nuestro planeta. Conoció e hizo amistad con personajes tan importantes dentro de la ufología como Allen Hynek, a quien mucho conocimos gracias a su aparición en la cinta de Steven Spielberg Encuentros cercanos del tercer tipo.

En aquellas paginas de papel económico de la revista, que no llegaba a ser papel revolución, no sólo sucumbí durante horas a la lectura de sus textos e historias, sino que alimenté mi imaginación y me hice de historias para contar y asustar a mis hermanos menores, para asustarme a mi mismo y para ganar siempre la mirada reprobatoria de mi padre cuando me oía hablar o preguntarle sobre los seres que desde otros mundos observaban y asediaban a La Tierra.

A veces cuando no estoy en la ciudad y el cielo no es opacado por el brillo de los leds o del vapor de sodio de las calles y los rascacielos, miro el firmamento y me imagino en la portada de un viejo Duda que habla de la llegada de los extraterrestres a una casa de campo para crear el picnic de la historia final de Crónicas marcianas, pero en La Tierra. 

publicado originalmente en megaurbe.com.mx el 21 de enero de 2021

imagen es de mi autoría


No hay comentarios: